A pesar de la endémica escasez de las lluvias y de la vecindad de la calurosa África, Lanzarote reúne condiciones para la viticultura, un milagro que se debe en partes iguales al trabajo incansable de los viticultores y a la benéfica acción de los vientos alisios que llevan la humedad del Átlantico sobre su atormentada geografía. La viticultura lanzaroteña es un ejemplo patente del esfuerzo del hombre para adaptarse al medio.
La isla cuenta con cerca de 2.000 hectáreas de viñedos en producción, repartidas en más de 7.500 parcelas que se extienden a lo largo y ancho de sus siete municipios.
La climatología de la Isla provoca una vendimia madrugadora, la primera de toda Europa. El mes de julio supone el comienzo de la recogida artesanal y ceremoniosa de la apreciada uva, destacando sobre todas una variedad característica y única en el mundo: la Malvasía Volcánica, de gran calidad por su equilibrio, sabor y perfume. Otras variedades importantes son las de Listán Blanca, Listán Negra, Moscatel de Alejandría, Diego y Negra Mulata.
La mayor parte de la cosecha se destina a la elaboración de vinos blancos, ya sean secos, semisecos, semidulces, dulces, vinos de licor, crianzas y espumosos, aunque también hay excelentes rosados y tintos. Los numerosos premios nacionales e internacionales que obtienen año tras años son la mejor prueba de su gran calidad.