El pulpo es un alimento tradicional de las poblaciones situadas en el litoral de los mares. Hervido o en guisos de muy distinta naturaleza, combina perfectamente con los más variados ingredientes. El pulpo de roca (Octopus vulgaris) es el que mejor resultado gastronómico da a la hora de ser sometido al proceso de secado.
Originariamente, como paso previo a su secado, se golpeaba repetidamente el pulpo con una maza de madera, con el fin de romperle los nervios y ablandar su carne. Hoy este proceso se sustituye por el congelado de los ejemplares durante al menos dos semanas. Posteriormente se lavan con agua de mar o agua salada. Se corta por la parte superior de las patas para extenderlos al sol entre dos y cuatro días.
Se consumen generalmente asados a la llama y es un entrante o tapa muy habitual en los encuentros de amigos y celebraciones. En su elaboración más extendida se consumen las patas, que se pasan por la llama o las brasas hasta quedar muy tostada su piel y muy jugosa su carne interior blanca. La pata se corta finamente y las lonchas obtenidas se rocían con aceite de oliva antes de servir el plato. No es preceptivo, pero algunos comensales le echan un par de gotas de limón.