Valladolid es fiel a la tradición; sin embargo, también ha sabido dar el salto a las últimas tendencias en la cocina. Aromas, cromatismo y sabor fusionan el pasado con el futuro: alta cocina y cocina tradicional se dan la mano para satisfacer las necesidades del viajero más exigente.
El plato estrella de la cocina pucelana, al igual que la provincial, es sin duda alguna el lechazo, y si es posible, acompañado de cualquiera de las variedades de Pan de Valladolid. Sin duda una apuesta gastronómica infalible.
Las “Tapas” han dado a la gastronomía española fama internacional y Valladolid ostenta el título indiscutible de Capital de la Tapa. Las barras de nuestros bares y restaurantes se llenan de estas joyas de la cocina en miniatura para disfrute de vecinos y visitantes, como perfecto acompañamiento de la gastronomía tradicional y de las elaboraciones más contemporáneas y cómo no, de los vinos más prestigiosos de España.
La Plaza de España ofrece cada mañana un mercado tradicional en el que comprar lo mejor de la huerta: frutas, verduras, hortalizas y flores de temporada, aportarán imágenes al viajero y grabarán aromas en su memoria. Además existen otros mercados: el más antiguo, el Mercado del Val, inspirado en Les Halles de París, se construyó entre los años 1878 y 1892; o el del Campillo, habiendo sido demolido el antiguo, y construido el actual en 1956.
La Plaza Mayor de la cuidad, antigua Plaza del Mercado y actual ágora de encuentro social, está jalonada de bares y restaurantes que aportan pequeñas delicias gastronómicas: las tapas, que acompañadas de cualquiera de los vinos de las cinco denominaciones de origen con las que cuenta la provincia serán un recuerdo imborrable para el visitante.
Por lo que se refiere a la provincia, ofrece una amplia y variada despensa con productos avalados por diferentes sellos o marcas de calidad.
El queso de oveja se elabora de manera artesanal: fresco, tierno, semicurado, curado, viejo y añejo por todos los rincones de la provincia.
En los bosques de pinos crecen gran variedad de setas y hongos, cuya especie más característica son los níscalos. El piñón utilizado para enriquecer platos salados y dulces ha alcanzado un lugar privilegiado en nuestra cocina. En cuanto a los guisos de legumbres, la lenteja terracampina de sabor suave, digestiva y de gran aporte energético es muy apreciada. Destaca también el garbanzo castellano, imprescindible para preparar un buen cocido.
El cochinillo asado es otro de los productos destacables de nuestra provincia, así como las producciones artesanales derivadas del cerdo: embutidos, salchichas y chacinería en general.
La gran reserva cinegética que posee la provincia nos ofrece carnes como el conejo, las perdices y la liebre. Extraordinarios son también los guisos de pollo de corral, de gallo o gallina en pepitoria. Muy característico de Tierra de Campos es el pichón, de carne tierna y sabrosa.
Entre los productos frescos de nuestra huerta destacan las lechugas o las endibias usadas para la elaboración de ensaladas, así como el sabroso espárrago de Tudela de Duero, el puerro y el ajo castellano, blanco y carnoso, con el que se preparan unas deliciosas sopas.
Rica y variada repostería vallisoletana nos deleita con rosquillas, mantecados y un sinfín de productos artesanales como hojaldres, pastas, amarguillos y dulces de Navidad, subrayando los elaborados en conventos y monasterios.
Todos estos productos pueden acompañarse con los excelentes vinos, avalados con la máxima distinción y mundialmente conocidos. La provincia de Valladolid posee cinco denominaciones de origen: Rueda, Ribera del Duero, Cigales, Toro y León. Además, de cuatro Rutas del Vino certificadas: Ruta del Vino Ribera del Duero, Ruta del Vino de Rueda, Ruta del Vino de Cigales y Ruta del Vino de Toro.